Demasiadas son las mujeres asesinadas por sus parejas.
No cierres los ojos, abrelos y denuncia.
Mañana
Cierro los ojos, y tapo mis oídos,
para no oír tus devastadores insultos.
Cristales rotos, puertas que se abren
y se cierran de golpe, gritos y más gritos,
y de repente, bofetones y palizas,
marcan mi cara y mi cuerpo inocente sin culpa.
Mi dignidad y moral por el suelo.
Mi hija aterrada, que protejo con mi vida,
llora desconsolada porque no sabe, no comprende.
Mis ojos morados por tus golpes,
mi cuerpo magullado por tus frustraciones,
y luego, más tarde, abrazos, lágrimas de arrepentimiento
y mi aterrado obligado perdón.
Quiero correr, hasta que no quede camino
por recorrer, donde no me puedas encontrar,
pero no existe camino, y sigo aquí paralizada
día a día por el agotamiento y por el dolor
que me proporcionan tus inseguridades,
por no saber a dónde ir ni quién me puede proteger.
Y miro a mi hija…
tengo que hacerlo, tengo que hacerlo,
por ella, por mí, pero está presente ese miedo aterrador,
que me dice que no debo, porque me matará.
Mañana, mañana lo pensaré,
mañana te dejaré, seguro, será mañana.
Lamentablemente, murió a manos de su marido.
Qué el miedo no te paralice, no esperes por tus hijos, al contrario,
hazlo por ellos y por ti. Mañana, mañana es muy tarde.