"Elijo a mis amigos no por
la piel u otra característica
cualquiera, sino por la pupila,
que tiene que tener brillo
inquisidor
y tonalidad inquietante."
A mí no me interesan los buenos
de espíritu ni los malos de hábito.
Me quedo con aquéllos que hacen de mi un loco y un santo.
De ellos no quiero respuestas,
quiero que me traigan dudas y
angustias
y aguanten lo peor que hay en mí.
Por eso, únicamente siendo loco
quiero los santos,
para que no duden que las
diferencias son buenas.
No quiero solamente un hombro o
un regazo,
quiero también su mayor alegría.
Amigo que no ríe conmigo no sabe
sufrir a mi lado.
Mis amigos son todos así: mitad tontería, mitad inteligencia.
No quiero risas previsibles ni
llantos piadosos.
Quiero amigos confiables, de
aquéllos
que hacen de la realidad su
fuente de aprendizaje,
pero luchan para que la fantasía no desaparezca.
No quiero amigos adultos ni
aburridos,
los quiero mitad infancia y mitad vejez!
Niños para que no olviden el
valor del viento sobre el rostro;
y viejos, para que nunca tengan prisa.
Tengo amigos para saber quién soy
yo.
Pues viéndolos locos y santos,
tontos y serios,
niños y viejos, nunca me olvidaré
que "normalidad"
es una ilusión imbécil y
estéril."
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